Mambo en el Camp Nou

Pedimos perdón a El País, pero esta nota es tan buena que nos vemos en la necesidad de compartirla integra:





Mambo en el Camp Nou

Los azulgrana desbordan a Osasuna con una actuación coral pletórica

RAMON BESA - Barcelona - 17/09/2011
Nada mejor para combatir la angustia presente y recuperar la alegría pasada que espantar el miedo y recurrir a la versión más atrevida y futbolera del Barcelona, un club extremista por naturaleza. A partir del idealizado dream team, un cruyffista radical como Guardiola ha montado para la presente temporada un equipo estupendo: alegre, dinámico y efectivo. Ya jugó de manera estupenda contra el Villarreal. Ocurre que no se supo más del 3-4-3 y del famoso rombo, porque se supone que no se puede jugar de la misma manera contra los distintos rivales de la Liga y de la Champions, hasta que compareció Osasuna.
Apremiado por dos empates consecutivos, resultados que obligaron a preguntar por la alineación a Guardiola, el Barça fue ayer nuevamente un plantel reconocible e imparable, incluso mejorado, precioso estéticamente, sobre todo por su versatilidad. Los azulgrana devolvieron por duplicado cada uno de cuantos goles habían encajado malamente por detalles bien tontos y falta de atención, como si necesitaran responder a las dudas planteadas.
Imposible replicar al arrebato barcelonista por parte de Osasuna, desbordado. Nada tuvo que decir, salvo después de sacar de centro. Aunque tardó un minuto y medio en salir de su cancha, tiempo suficiente para que la presión navarra provocara un error de Abidal y un centro pasado al larguero de Nino, el Barça se desplegó con la elegancia y armonía del partido contra el Villarreal. Con atrevimiento y también con ortodoxia, actuó con una intensidad y sincronía sobrecogedoras, como requiere un dibujo tan exigente como el expuesto.
Los barcelonistas cerraron con tres centrales (Puyol, Mascherano y Abidal) y no concedieron ocasiones a Osasuna. Abrieron el juego con un medio centro natural (Busquets) y dos interiores de toque y fluidez (Thiago y Xavi), tres futbolistas que generan mucho fútbol. Profundizaron con un lateral (Alves) y un extremo (Villa) agresivos y difíciles de defender. Y remataron la formación con dos atacantes cuya manera de entender el juego es tan parecida que se confunden (Messi y Cesc). A veces parecen el mismo futbolista. No se sabe muy bien si quien ha tocado el balón ha sido Cesc o Messi, porque se mueven en la misma onda. Ya se sabe que La Pulga es único. Cesc, sin embargo, agranda aún más la figura del argentino al tiempo que ennoblece la suya por la facilidad para combinar, desmarcarse, llegar y marcar, como si fuera Messi.
Los goles fueron cayendo de forma serena y exacta, como el año pasado y el anterior, y el de más allá, quizá ahora con más precisión. El catálogo se amplía con el paso del tiempo y los recursos son muchos y variados, sobre todo por el nuevo registro que Cesc le da al Barça. El toque gunner, la competitividad y dinámica ganadas en Londres, convierten al volante en un jugador agradecido para un equipo a veces excesivamente retórico. Aunque malabarista, Cesc es muy concreto. Messi, por su parte, siempre fue un goloso, también anoche, genial toda la noche. Ambos estuvieron ayer muy bien activados por Busquets, excepcional en la divisoria. La jugada del 1-0 partió de sus botas y, a su alrededor, el equipo se animó hasta completar una bonita obra coral y solidaria. Hubo goles de todos los colores, algunos de bricolaje, bien elaborados, la mayoría limpios, a excepción del que se metió Roversio. El Barça, muy fino y concentrado, bordó el fútbol, porque atacó muy bien y nadie reparó en la defensa.
La voracidad del Barça no se acabó con el 5-0 del descanso, sino que continuó después con la rueda de cambios. El resultado fue cruel con el guion de Mendilibar: "Si aprietas, el Barça te mete ocho, y si esperas, también". No paró el Barça hasta cantar mambo.
Villa y Messi se pusieron las botas, y tanto Alves como Abidal celebraron su partido número 100 en la Liga con una actuación pletórica. Al equipo entero le salió un partido redondo por la electricidad con la que jugó. Enchufado desde la salida, estuvo profundo y rápido de pies y cabeza, enfadado por haber cedido dos empates en partidos aparentemente fáciles. Ayer, en uno parecido a los anteriores, no tuvo misericordia con Osasuna ni con cuantos murmuran sobre su juego. No se sabe qué ganará, pero su fútbol vale mucho la pena. Funcionó la terapia.


El vinculo al diario y a la versión original:






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